Que tu cuerpo sea
siempre
un amable espacio
de revelaciones.
Alejandra
Pizarrnik
Viajar,
para mí, es algo así como una promesa de reencuentro, de paz íntima con mi
propio equilibrio interior que me permite crecer y disfrutar en el contacto y
reconocimiento de otras formas de concebir el mundo, de otros estilos de vida y
maneras peculiares de vivir.
Me
ayuda a redescubrirme en nuevas visiones, sentidos, olores y sabores que me
permitan no dejar nunca de asombrarme ni dejar de girar en la espiral del
tiempo, que entiendo en mi contra y que intento beberme a sorbitos placenteros
y llenos de paz.
Y
Uruguay, es sin duda un lugar de paz. En su totalidad, su paisaje, su entorno
geográfico, su historia y sus gentes, se identifican y se consolidan en armonía
en un axioma permanente y común de paz.
Esa
paz que todos buscamos, donde la vida se manifiesta en todas sus formas de
expresión, se interrelaciona, se trasciende y se perpetúa en un marco de
derechos naturalmente heredados.
Uruguay
tiene una paz característica que ha ido creciendo en un intenso sentido de la
libertad y justicia social.
Su
gente es amable, serena, servicial, educada exquisitamente en el acceso
igualitario a la educación y la cultura, cimentada en el respeto de sus
valores, tradiciones y libertad.
Está
considerado como uno de los países más tranquilos y seguros de América Latina y
posee ríos sin contaminación, montes indígenas, lagunas naturales y aguas
termales, que nos muestran esa paz. Si añadimos además de sus 653 kilómetros de
costa sobre el Rio de la Plata y el Océano Atlántico, sus verdes sierras, como
Minas o el precioso Valle Edén, Las Marnitas (curiosas formaciones rocosas acariciadas por la erosión fluvial),
el Museo Carlos Gardel, La Posta de Diligencias (Ruinas de una antigua posta
del siglo XIX), La Quebrada de los Cuervos (Área protegida por su notable
riqueza de fauna y flora), un paisaje de gran belleza, Los cerros chatos, sus
hermosos atardeceres…podemos decir que sin duda, hemos estado en el paraíso.
Sus
gentes, en su inmensa mayoría descendientes de Europeos, (Canarios, Gallegos
Andaluces e Italianos) son amables, acogedores y de un notable nivel cultural.
Su
larga y reconocida educación universal, laica y gratuita, que arranca desde la
“Reforma Valeriana” del siglo XIX, fue considerada en su época la más avanzada
del mundo, y fruto de ello una gran cantidad de centros culturales, teatros,
museos, salas de arte, en su mayoría gratuitos y al alcance de todos. Considero
para no ser un País extenso, con un rico semillero de poetas en femenino, como
Delmira Agostini, Ida Vitale, Idea Vilariño, Sara de Ibáñez. Juana de Ibarbourou,
Cristina Peri Rosi, Amanda Berenguer, Maria Eugenia Vaz Ferreira,
Concepción Silva Belinzon, Rocío Cardoso, entre otras y otros.
Río
donde vive el pájaro
Ah vastedad de pinos
rumor de olas
quebrándose,
lento juego de luces,
campana solitaria,
crepúsculo cayendo en
tus ojos, muñeca,
caracola terrestre, en
ti la tierra canta!
Pablo Neruda
Uruguay
contrastes
de negro mineral
nostálgico
y ceniciento,
con
un azul intenso
del
cielo que te cubre.
La
magia en tus raíces,
soberbia
tu verdura,
el
tacto sedoso de la humedad.
La
plata de tus formas
al
son del bandoneón
se
agita, y danza
entre
milongas, a sangre,
de
amores lunáticos
y
lluvias desteñidas.
La
medida intacta
de
las cruces en sus avenidas,
aire
limpio, luz crecida
el
mar abierto en su serenidad
ocasos
de acuarela
que
se clavan cual arpegio
para
siempre en la memoria.
Y
en la boca,
besos
sabor a mate,
abrazados
todo el día
por
el lado del corazón.
Ternura
de tus gentes.
Te
miro y veo poesía,
clamor
pacífico
de
libertad y vida.
Rocha
"...Rocha no es solo palmar, sierras hermosas
imponente mar, doradas arenas o pueblitos blancos.
Rocha es su gente, ese maravilloso paisaje
al que (con humildad pero tambien con indisimulado orgullo)
pertenecemos".
Niobe Santanngelo Silvera
Cielo de apacible,
heredad de
titanes,
coro impecable
es tu voz
que susurra
cadencias
de acordeán y guitarra,
con el corazón
henchido.
Piel de lobo,
Zamba,
dulce sal. Dunas
charoladas,
secretos de Valizas al aire,
magia de
caballos blancos
que cruzan tu
altura
cabalgando la
niñez
de tus
moradores.
Mar de espuma
y sueños
índigos,
útero del
silencio
que el viento pampero
eleva en inquieta
algarabía.
Todos tus
rincones
de orquídeas y
amatistas
son remanso en
mi poema,
luz callada, rompiente de La Paloma,
tu Faro radiante ante el lubricán,
un gaucho nervudo con chiripá de cuero,
amado Chuy, La Pedrera,
Paraje del Sauce, Punta del Diablo,
terreno que el viento araña tajante,
efigie de mi
melancolía.
Colonia del Sacramento
Los
sonidos de Colonia del Sacramento, sus olores, su serenidad, la luz, la calidez
del aire, sus intensos árboles, cada planta en cada sitio, me trasportan
inevitablemente a mi niñez.
Estas
aves que cantan, que tanto hace que no escucho. El olor a pan, a limón, a leña,
a ceniza…
Ventanas
con visillos bordados o de croché, tanta paz, tanto silencio, tanta armonía.
Estuve
en Colonia, lloré mientras cruzaba la calle de los suspiros, me emocioné en su
faro, me sentí renacer en esta parte del mundo donde la luz se posó un día para
quedarse para siempre. Porque la eligieron, la poesía y la belleza para
materializarse, y donde los ángeles eligieron musitar, en ésta, su posada, al
son del viento límpido y de las libélulas.
Estuve
en Colonia y espero volver.
Octubre de 2017
Punta del Este
Hoy
he vuelto a Punta del Este, a su luz crecida, a su Avenida Gorlero que acaba en
el Faro inmaculado, excelso y estricto, a todas sus esquinas de postal con el
mar visible.
He
vuelto y la brisa que me besa apasionada, es la misma, con su leve humedad que
rebusca adentrarse por los poros de mi piel en medio del silencio de las
calles, del mercado de artesanos y de las aceras, de la casa abandonada de
Neruda.
Hay
un olor a pastel de limón, a hojaldre y helado de frutillas.
He
vuelto a la hora del ocaso y todo se detiene mientras mis ojos se quedan
clavados para siempre en el lubricán de tu horizonte.
He
vuelto y algo en mí se muere con el sol cuando desaparece.
Rocío Biedma
Rocío Biedma
Octubre,
2018