LOS NIÑOS POETAS DE MARGARITA



Como parte de los pequeños viajes que realizo dentro de Margarita, en el oriente de Venezuela, la isla tiene mucho que ver y disfrutar: playas, música, empanadas de cazón, ferias gastronómicas, fiestas patronales, parrandas y lugares paradisíacos que obligan a volver de nuevo, porque esta tierra, enamora. En esos recorridos que la gente hace por sitios históricos; iglesias, restaurantes, y centros comerciales, siempre surge de forma natural una costumbre que mezcla el arte ingenuo del contador de historias, con la forma de ganarse la vida más tradicional que se conoce de los niños de Margarita.
Es parte del periplo del turista tropezarse con estos niños en las maravillosas playas de la isla. Cada uno de ellos sabe de memoria los relatos de origen ancestral que sus padres y abuelos interpretaron en tiempos donde se compraba un kilo de arroz por un centavo y con dos centavos llevaban carne, pescado o pollo a la casa. Los relatos se refieren en concreto a los orígenes históricos de lugares, poblaciones y personajes envueltos en relatos que cada niño declama de la forma clásica en que sus ancestros lo hicieron. Contar la historia de Juan El Griego, un soldado al servicio de la corona que llegó a estos confines del mundo en busca de aventuras y cuyo nombre se quedó sembrado en el Municipio Marcano, forma parte del obligado repertorio de estos pitufos con venas de artistas que usan el cuento y la narrativa, amén de una excelente memoria, para ganarse la vida con honradez y dignidad:

Buenas tardes, mi nombre es José
Y yo le vengo a contar
La historia del Fortín De La Galera
que empieza así…

El intro es siempre el mismo en este despliegue de lirismo y arte escénico que es ejecutado por cada pequeño con la cadencia y ritmo que aprendió de sus padres. El estilo en la declamación es único. Es imposible precisar el origen del autor de estas historias que se pierden en tiempos donde Cubagua relucía de bonanza y esplendor y era el centro de la cultura y la vida de una tierra que nació como Afrodita en la espuma del mar. Lo que más conmueve de esta manifestación literaria es que en cada relato está inmersa la vida y razón de ser de nuestra identidad como pueblo; el orgullo y amor por las tradiciones que aquí se atesoran y conservan.

A la entrada del fortín
usted verá a toda la laguna,
La laguna de Los Mártires.
Allí se mataron dieciocho margariteños;
no querían ser esclavos
del Español Morillo…
La magia que despierta el relato de la voladura del Fortín; la gallardía de Francisco Adrián que, herido, atraviesa a nado la bahía con un cabo de tabaco para prender la mecha, volar el Fortín y derrotar a los españoles, genera un sentimiento que atrapa al turista, al navegado y al margariteño que, como antaño hicieran sus padres, le enseña las historias aprendidas de memoria a sus hijos recién nacidos, como una dulce canción de cuna. Es en esa transmisión literaria, plena de lirismo y poesía, donde se encierra la verdadera magia de las islas de Margarita y Coche. Sus historias, un tesoro literario que va de padres a hijos, llena de orgullo a nuestra tierra y sigue siendo hoy en día la forma más bella que nuestros muchachos tienen para, a punta de arte y declamatoria, ganarse la vida y erigirse como los grandes cultores y difusores de nuestra margariteñidad.

EMILIA MARCANO QUIJADA.



“CIUDAD DE LOS REYES” Actualmente llamada CIUDAD DE LIMA



Bajo el abrazador sol limeño recorríamos  el histórico paseo llamado  “Chabuca Granda”  Henry  mi compañero de excursión, me  hablaba   con su marcado acento peruano, de la colorida cultura de su país, sus variadas costumbres y  del animoso lenguaje de la gastronomía peruana, abriéndose puertas   por  todo el mundo.
En plena avenida Junín se detiene,  suspira,  levanta su mirada al azul horizonte, y con espíritu patriótico  me describe con lujo de detalles la exúbera belleza  de su madre tierra, y de los nimios senos de las numerosas planicies que la pueblan. Caminamos algo más, justo frente a la portentosa Catedral limeña San francisco de Asís, detiene la marcha  nuevamente y con aplomo renovado dijo, señalando la Iglesia con su pulgar derecho,  “Ahí bajo la legendaria catedral, serpentean discretas, las históricas Catacumbas. Cientos de restos humanos,  pertenecientes a las  familias pudientes de la  capital peruana descansan”

Una señorita con un  grado  de cultura  notable, se acerca, nos exhorta a conocer “La trepidante historia  de las catacumbas” mencionando a groso modo algunos interesantes pasajes de la historia peruana, corroborando lo  narrado por Henry. 

Tomada la decisión  ingresamos a la Iglesia,   identifico el confesionario y a alguno que otro  santo.  Para completar su número,    la extrovertida guía, nos unió a otro pequeño grupo de turistas, que a escasos metros esperaban impacientes. Éramos  alrededor de doce. Bajamos al subterráneo —cinco metros más menos—,  por angostas  escaleras,  “casi agachados” —por el  bajísimo techo—  transitamos los desnivelados y laberínticos caminos. Al lugar lo iluminaban afligidas luces.  Un  silencio  absoluto abrazaba al lugar. 
Ahí no se sentía la  tibia brisa  limeña, ni se escuchaba el sonido ensordecedor  del tránsito  vehicular, menos el estridente grito de  comerciantes, muchísimo  menos el acelerado trajinar de los  diez millones de habitantes capitalinos. Tan solo el murmullo inaudible de los escasos visitantes.   

Escudriñábamos atentos cada rincón del subsuelo, vimos cientos de calaveras descansar disciplinadamente apiladas,  sin que les preocupe la intrusa visita, poco más allá,  figuraban tétricamente delineados un grupo de  huesos rotos, que, por mi profesión supe, se trataba de tibia, peroné,  fémures y clavícula, apilación seguramente  efectuada por  algún osado hombre, que no le teme a la muerte, ni a los fantasmas.
“Estos restos humanos se encuentran a la espera  de la expiación de sus culpas hasta lograr ser dignos   del cielo prometido”— con  gesto puritano Informó  la guía.

Narró además, algunas historias pecaminosas de las  acaudaladas familias  del pasado.   Como ola de nieve el  fúnebre lugar expandía su miedo. La fría temperatura  se escurría   por mi cuerpo y erizaba  mi piel,  mi corazón aceleraba su ritmo. Me puse nerviosa. Los rasgados ojos de Henry  me miraron tranquilizadores, luego me regala un abrazo protector. La tibieza de su cuerpo  me sosiega.

Reanudado el recorrido vimos llamativas  vitrinas custodiar el reposo de un sinnúmero de esqueletos humanos,  seguramente los de alto nivel social –seguro-. Imaginé a aquellos   restos,  pensar, reír,  sufrir, como todos, mientras gozaban de  vida.  Henry, parecía disfrutar  del  macabro lugar.   

Más allá,  sofisticadas criptas  notoriamente diferenciadas por sus nombres advertían  su reposo en  “un sitio especial”
“Aquí descansan los respetados cuerpos  de  autoridades eclesiásticas, cuya abnegada vida a favor de Dios, se supone  alcanzada  la gracia  —informó la guía.  “Acá dijo —señalando un redondo lugar—  Justo debajo del púlpito donde se celebra la misa, es el privilegiado  lugar de descanso  eterno de los niños  -hizo una breve pausa-  Los niños son verdaderos ángeles  de Dios, sin errores,  sin mancha, cuya  inocencia pura  se vio opacada al momento de nacer al heredar la mácula de Adán.   Llamada  también “imperfección humana”  —concluyó.

Mi impacto fue mayor al conocer que la histórica catedral peruana, en el más celoso de sus senos,  guardaba orgullosa, un enorme nicho enmarcado en su totalidad  por “pan de oro” Ostentoso material perteneciente  a la época precolombina, derrochaba lujo, belleza y luces. Todo muy  fantasioso. Enorme Contraste  con  la cruda realidad peruana por su “mala distribución de la riqueza”

La guía, explicó que en el ostentoso nicho cabía una caja  rectangular   de madera noble, en cuyo interior reposa el cuerpo del conquistador de la “CIUDAD DE LOS REYES”.   El español  Don Francisco Pizarro y con él,  todo el misterio de la conquista española.
Bañados de ansias,   demandamos de la guía turística nos colme en detalles. Mientras ella explicaba, mi desprejuiciada mente viajó loca y veloz  al pasado. 

Vi una majestuosa montaña verde y sobre ella un ejército  de  confiados indios, cuya desnuda piel  curtida brillaba  con el tatuador sol del mediodía. Al frente, ataviado de flechas, estaba el gran Jefe de la tribu, el  más  valiente, hábil, e  inteligente guerrero. El  INCA ATAHUALPA. En sus ojos exhibía su orgullo y su tostado cuerpo la pertenencia a su raza  pura.

La sentenciosa voz de la guía me trajo al presente:
“En el año mil quinientos treinta y cinco, se fundó la “CIUDAD DE LOS REYES” Actualmente llamada “CIUDAD DE LIMA” Fecha en que se  amputó  la raza india, bajo el nombre  de Francisca Pizarro,  Primera  mestiza americana, hija del conquistador Francisco Pizarro  y  de la  princesa India Huaylas Yupanqui. Henry y yo quedamos sorprendidos, fascinados  en partes iguales,  por  tan fascinante historia.   

Ahora conocía de cerca el origen de la raza mestiza, cultura, y costumbre del pueblo peruano.



Tanya Precilla


TETUÁN



Esa cal blanquecina y triste.
Voces al rezo modulando los desconchones.
La luz del mediodía quebrándose en las bóvedas.
El silencio incrustado en sus latidos.
Soledades que tañen pausadamente la belleza.
Tardes que serpentean el tiempo detenido,
encelando  los enebros con pájaros primerizos.
Contemplación de un horizonte
herido por la altivez del gallo.
Paloma blanca de pechos generosos
donde crepitan impolutas las estrellas.
Tetuán, magnolia inmaculada
de mujeres y hombres  afables.
Mar de los orígenes que amo.
Descanso lacerado de Fortuny.
Poesía con alas.
Humilde  milagro.

Rocío Biedma

CRÓNICA SENTIMENTAL DE CHILE


El otro camino de Santiago. Crónica sentimental de Chile.

¡Qué belleza se despliega ante nosotros cuando accedemos a la terraza del hotel!: cientos de casas de colores que suben y bajan sinuosas por los cerros; en el horizonte, la gran bahía de Valparaíso donde se divisan las naves de la Armada Chilena, a lo lejos, los contornos de Viña del Mar, Reñaca, Horcón… Muchas, muchas gaviotas y albatros que sobrevuelan el puerto. Me resulta dificultoso describir el tono azulado del cielo y del mar, distinto del Mediterráneo, más atenuado quizá, ni mejor ni peor, diferente. Cruzo la mirada con un gato blanco que me observa desde un tejado situado frente a mi terraza. Está sentado pero pendiente de mis movimientos. He perturbado su tarde. Miro hacia otro lado y veo por el rabillo del ojo que empieza a lamerse una pata. 
Mi maleta es un caos de ropa revuelta, no me he entretenido a colgarla en el armario al cambiar de hotel y no encuentro mis prendas. Cremas, zapatos, folletos y neceser están ilocalizables cuando los necesito. Es una señal, un síntoma de que este país me ha devuelto a mis orígenes porque yo, en realidad, soy así, o así era antes de convertirme en una adulta controlada. Parece como si el ámbito doméstico me mantuviera aferrada a una serie de hábitos de la persona que se supone que soy y que aquí hubiese recuperado la esencia. Me gusta esa sensación, ese desorden de todo. He recobrado la pasión y la despreocupación. Oriol protesta cada vez que tropieza con alguno de mis objetos fuera de lugar y dice que precisaré de una tarde para hacer la maleta cuando nos vayamos. Tengo la errónea percepción de que hace semanas que estamos en Chile, recapitulo los días anteriores al viaje y me parecen tan lejanos como ajenos.

Margarita Espuña

Destino: ESPAÑA



-¿Otra vez?
-¡Si, porque me encanta!

Conocí España el año pasado y este año decidí volver. ¿Cuál fue el motivo que me llevó a elegir a este país nuevamente? La respuesta es: TODO. Geográficamente es un lugar con variedad de paisajes que se alternan o combinan entre sí. Ves verde, ves piedra, ves mar. Sus colores te mantienen las pupilas encendidas largo rato.


Siendo yo de Argentina, un país joven, resulta impactante estar caminando de pronto por lugares medievales, visitar fortalezas, palacios o castillos. Ver arte por todos lados. Historia estudiada en algún momento de mi vida, leída o imaginada pasando páginas.


Decidimos viajar en octubre por lo tanto el clima fue agradable y evitamos temperaturas extremas o excesivo turismo. Soy de las que cree que caminando y caminando es como mejor conocés los lugares y eso hicimos. A cada paso y a cada duda, la gente con la que me he cruzado me resultó maravillosa, siempre atentos a explicarnos, guiarnos en nuestro itinerario, de buen modo y con una sonrisa. Noto alegría al conversar con las mujeres españolas. Me gustan sus tonadas, sus acentos y su simpatía. Las encuentro resueltas y decididas. Son muy agradables. Dicho sea de paso  he hecho dos amigas encantadoras.
                               
En los recorridos diarios disfruté el toparme con ferias o mercadonas. Ahí es cuando preferís sin duda estar alojada en un apartamento y no en un  hotel. Cuando te deleitás la vista con los productos frescos, variados y coloridos te agarran unas ganas locas de cocinarte un plato. Pasé por lugares donde vendían pescado y frutos de mar  tan diversos que recordé a mi hermana cuando años atrás vivió en Madrid y aprendió a cocinarlos, que no debe ser cosa fácil.

 Sería injusto decir que me gustó un lugar más que el otro. Realmente descubrí que cada lugar tiene "su algo especial" y lo disfruté enormemente.
Puedo nombrar Barcelona o Madrid a donde decido llegar con los vuelos y empezar a recordar Valencia, Córdoba, Granada, Sevilla, Toledo del viaje anterior o pasar fotos y ver sitios muy bellos de la Costa Brava.
TODO tiene su encanto, cada lugar su personalidad y su marca registrada. Bonito y mucho. Para volver.

Virginia Marconi



CARAS SIN VELO

  Voy por ahí tropezando con caras. Soñando con caras, avanzando entre caras. Caras como aleteos o arrebatos feroces. Caras que se cierran e...