LA HABANA


Podría empezar diciendo; que brindé con Hemingway en la barra del Floridita, que el Che seguía en el aire y en las fachadas. Decir que he cavado un túnel para llegar allí, tan lejos. Libre albedrío en el recuerdo, cosecha o estación de memoria: En ropa de mar te encuentro tan cercana y tan callada. Desde la juventud que me precede, habitación ciento cinco, planta diecisiete, flashes de aquella mi piel azulada. Entre ayeres me despierto con el Caribe a salto de cama, Malecón de oleaje y piedras, ritmo y música de agua. —La novia le muerde los labios, el océano salpica sus dientes—. Y la caligrafía de la espuma con la huella dactilar del trópico, mojan mi ropa tan escasa y desnudan mis células de amapola.



Amanda Gamero

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CARAS SIN VELO

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