Me perdí en el metro de Londres un día lunes a las 4.35 p.m. Los carteles me confundían, no tenía la menor idea de a donde debía dirigirme, con todo y que mi hermana me dijo muchas veces, antes de dejarme en la entrada de la estación: ”Toma el tren a York, solo haz eso y llegarás a casa”.
¿Cómo tomar un tren a un lugar que no aparece en ninguna parte?. Me quedé parada en un rincón, inhiesta. La gente fluía en todas direcciones, aumentando mi ansiedad.
El rostro con turbante café de un desconocido me atemorizó por segundos. El hombre me dijo en claro castellano matizado con brisas de Nueva Delhi:
-Señora... disculpe. Noto que está extraviada. ¿A donde va?.
-A York. Dije en un susurro.
-Permítame ayudarla. Acompáñeme, es por acá.
Qué grato fue decir "gracias", agitando la mano desde el tren, al amable hindú que con una sonrisa me ayudó a volver a casa.
Emilia Marcano Quijada.
Venezuela.
Qué grato es que nos extiendan la mano aunque sea en sentido figurado. ¡Bravo, Emilia!
ResponderEliminarBienvenida, Emilia.
ResponderEliminarCuando se recibe lo que una necesita por parte de quien menos te lo esperas...Significativo, tu texto.