Esa cal
blanquecina y triste.
Voces al rezo
modulando los desconchones.
La luz del
mediodía quebrándose en las bóvedas.
El silencio
incrustado en sus latidos.
Soledades que
tañen pausadamente la belleza.
Tardes que
serpentean el tiempo detenido,
encelando los enebros con pájaros primerizos.
Contemplación
de un horizonte
herido por la
altivez del gallo.
Paloma blanca
de pechos generosos
donde
crepitan impolutas las estrellas.
Tetuán,
magnolia inmaculada
de mujeres y
hombres afables.
Mar de los orígenes
que amo.
Descanso lacerado
de Fortuny.
Poesía con
alas.
Humilde milagro.
Rocío Biedma
Paloma blanca le llaman a esa ciudad de azules. Gracias por las alas, las bóvedas, y las soledades.
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