VIAJE AL MAR EN INVIERNO


Viajo hacia el mar, veo las gaviotas, las oigo. Percibo el olor a sal concentrada.
Me llevan las olas y el viento, se levantan ráfagas de espuma que me envuelven para llevarme al infinito.
Pasan por mi memoria las estaciones y ahora que es invierno, decido amar el frío que me recorre la piel y el sol que pugna por salir para darme algo de calor.
Hundo las manos en la arena que aún permanece tibia, cierro los ojos, algo pequeño y grande a la vez se crea a mi alrededor, me balanceo al ritmo de los elementos.
No hay nada, nadie, estamos el mar y yo a solas.
Un rayo de sol sale tímido pero con fuerza y como un girasol me vuelvo hacia él, me hipnotiza y me quedo así un tiempo indefinido, no sé cuánto, ni me interesa.
Abro los ojos y contemplo las pequeñas embarcaciones que se mueven en el más absoluto silencio, quizás sea un cuadro inventado por mi, no parecen reales, son minúsculas manchas blancas que avanzan en grupitos.
Las nubes se amontonan unas sobre otras acolchando el cielo.
Me levanto, camino pisando crujientes conchas que se esparcen a miles por la orilla y ese sonido me acompaña por la larga franja de arena que parece no tener fin.
Voy juntando a cada paso pedazos de este camino en solitario, llenando los bolsillos de arena y piedras extrañas que sé que luego tiraré.
Y cuando todos huyen a casa para calentar sus almas desgastadas del trabajo y la rutina, viajo conmigo misma al fondo del corazón, al infinito. La espuma del mar, la arena, alguna gaviota y las embarcaciones en silencio, me acompañan.

Rosario Álamo.

1 comentario:

  1. El mar es una fuente inagotable de inspiración, nos transporta a lugares reconocibles.

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