EMPANADA MARGARITEÑA



Viajero de mil confines,

cuando tus pasos te lleven
por las angostas calles de mi pueblo,
detén la vista un segundo en las esquinas
y escucha la voz cantarina de los calderos
por el aceite caliente que ya espera.

No te apresures, ve muy despacio,
siente como el fragante olor
invade tu apetito,
y acércate a la mujer de manos laboriosas
que en la humilde mesa de trabajo
prepara la masa, blanca y amarilla,
recibiendo en su seno
al cazón de nuestros mares;
escucha como se han mezclado
tierra y mar en su palidez divina,
para iniciar un baile centenario
en la crepitante fritura,
que encuentra su sino en los paladares
del típico desayuno de mi tierra.

Viajero de mil andares,
cuando camines por Pampatar,
Punta De Piedras,
Juan Griego y La Asunción,
no te conformes con mirar;
detén el alma por unos minutos,
y siéntate a degustar
la dulzura de la empanada margariteña,
la sonrisa de la mujer que afanosa
te ofrece el fruto ancestral de su trabajo
y te invita a soñar,
y te canta el sentir
de toda la orilla de la playa,
del vivo verso con sabor a Margarita.



Emilia Marcano Quijada

(Venezuela)


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